Thursday, November 17, 2005

Un ejemplo válido para imitar



Hay diferencias fácilmente perceptibles, y otras que no lo son tanto. Entre las primeras se encuentra una que tiende a acentuarse paulatinamente, y que nos debería preocupar a todos, para tomar conciencia de lo mucho que puede afectar a nuestra sociedad de no ser revertida a la brevedad, esta lamentable tendencia, no es otra que la brecha existente entre, con honrosas excepciones, quienes pueden acceder a la educación privada y aquellos que dependen de la otorgada por el estado, mal llamada gratuita, puesto que es financiada por los impuestos que pagamos los contribuyentes y cuyo presupuesto además de ser insuficiente, a mi juicio es administrado de manera incorrecta, no pudiendo hacer otra afirmación más grave porque carezco de las pruebas, pero no de las presunciones.

Traigo a colación la anécdota contada por un periodista argentino que siendo niño estuvo de visita en Japón con su familia, y le llamó la atención ver edificios nuevos y de notable calidad en comparación con el resto de la arquitectura de aquel país. Su curiosidad fue tal que le preguntó a su padre que eran esas construcciones y en que estaban motivadas, y la respuesta fue la siguiente: son escuelas y las autoridades están convencidas que para alcanzar un alto grado de desarrollo, como primera medida se debe jerarquizar la educación. Este hecho ocurrió a mediados de la década del 60 cuando Japón distaba mucho de ser la potencia económica que es en nuestros días.

Todo país que desee dejar de ser subdesarrollado aquí tiene un ejemplo válido para imitar, mejorar la educación.

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