Muchas veces después de una jornada de intenso trabajo nuestro estrés llega a un límite inquietante, sentimos una desagradable sensación, y lo bueno en este momento al menos para mí, es que hay una alternativa para superar este inconveniente, es la música.
A bajo volumen y en el estilo apropiado para el momento, adoptando una posición distendida, dejando que mi mente me lleve a un estado de calma total alejando los pensamientos negativos por unos cuantos minutos, media hora o un poco más es lo que me lleva recuperar la calma para continuar con mis actividades, siendo esto un bálsamo reparador del espíritu y claro está del cuerpo. Esto mismo ha sido puesto en práctica desde hace muchísimos años con excelentes resultados, y de generalizarse esta práctica ganaríamos en salud, y se notaría también en nuestro estado de ánimo permitiéndonos desempeñarnos mejor en nuestros quehaceres cotidianos, disminuirían nuestras consultas médicas por cuestiones psicosomáticas aliviando en parte de su ardua tarea cotidiana a los médicos, quienes podrían otorgarle más tiempo a los pacientes aquejados de dolencias más complejas que requieran de otro tipo de terapias.
Estoy convencido de que el aforismo que dice "La música calma a las fieras" mantiene intacta su vigencia, y si bien los humanos somos animales pensantes, en nuestro interior anida un felino que debe ser motivado por nuestra parte racional para mantener el equilibrio indispensable que requiere la vida en sociedad para ser justos y compasivos con nuestros semejantes.
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