En la cumbre del MERCOSUR, efectuada esta semana, se pusieron en evidencia las diferencias que existen entre los integrantes del bloque, por la contrariedad de Paraguay y Uruguay al no obtener los resultados esperados por las asimetrías imperantes, al encontrarse entre dos países que los superan ampliamente en cuanto a producción industrial, solicitando aranceles diferenciales para no tener que, según ellos dicen, subsidiar a las economías de Argentina y Brasil. Por el lado de Bolivia hubo un reclamo enérgico de su presidente, el ex cocalero Evo Morales, por el exiguo precio que le paga a su país por la venta de gas el gobierno de Lula da Silva.
Algo que me sorprendió, fue en el discurso del presidente argentino, cuando se refirió al gasoducto del Sur, por tratarse de una obra faraónica, de muy dudosa rentabilidad puesto que según algunas estimaciones sería más económico para la argentina importarlo desde Venezuela en barco. La República de Bolivia cuenta con una cuenca gasífera significativa, y por lo tanto resulta mucho más ventajoso importarlo de aquel país que tiene fronteras con el nuestro, que desde un lugar situado a tanta distancia, lo que encarecería el producto de manera significativa.
El dicho que dice que "el sentido común, es el menos común de los sentidos", en este aspecto demuestra su vigencia, al querer hacer las cosas más difíciles cuando se pueden hacer más fáciles.