De las tantas situaciones extrañas que se presentan en forma casi cotidiana, hay una que a pesar de reiterarse cada domingo, no deja de llamar la atención por la testarudez de quienes integran la comisión directiva de dos entidades deportivas, en este caso de los más importantes clubes de la ciudad de La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires. Ambos clubes tienen sus estadios de fútbol separados por una exigua distancia de no más de doscientos metros, y los mismos a pesar de contar con una limitada capacidad y siendo uno de ellos construido en su casi totalidad de madera, por vaya a saber que prejuicios extradeportivos, ambas dirigencias se niegan sistemáticamente a utilizar el nuevo estadio de esa ciudad, el cual es uno de los más modernos del país.
Llama también la atención que las autoridades provinciales todavía sigan permitiendo la realización de espectáculos de alta concurrencia de público en aquellos dos estadios, que por su pequeñez, si los suman paradójicamente no llegan ni siquiera a uno, teniendo en la misma ciudad un tercero que reúne todas las condiciones de seguridad que merecen los simpatizantes, los que hacen un esfuerzo para concurrir a ver a su equipo, y en muchas ocasiones poner en riesgo su integridad, siendo éstos los que financian el fútbol a pesar de no ser tenidos en cuenta, y que gracias a ellos este deporte es un gran negocio para muchos a pesar del mal trato reiterado que dispensan a quienes los mantienen.
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