Las autoridades deberían tomar nota de la preocupación de la gente y adoptar las medidas del caso, mediante una adecuada asignación de recursos a las fuerzas de seguridad para que éstas puedan cumplir con su cometido de la mejor manera posible, claro está, dentro de la LEY, y que los marginales vayan a parar al lugar que les corresponde que no es otro que la cárcel.
Es bueno traer a la memoria lo que era la ciudad de Nueva York antes de que Rudolph Giulani fuese su alcalde, y lo que es en la actualidad, política de tolerancia cero mediante.
Es un grave error justificar la delincuencia con el falaz argumento de que se debe a los elevados índices de pobreza reinante en estos días, no tengo dudas de que la inmensa mayoría de la gente pobre no delinque ni lo hará jamás, solamente desea un trabajo digno que le permita obtener su sustento, siendo ellos los más perjudicados por la inseguridad ya que las personas de alto poder adquisitivo están en condiciones de contratar a un servicio de seguridad privado y mantenerse inmune de la violencia que día tras día arrecia en las calles, sin que hasta ahora nadie de manera eficaz intente ponerle límites.
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