Los sistemas políticos son los que determinan el futuro de los pueblos, al margen de la raza o religión. El más claro ejemplo de esta afirmación lo tenemos en la península de Corea, al norte autoritarismo y atraso, al sur una sociedad pujante con una economía en constante crecimiento.
Esto es una muestra más de que en libertad la creatividad humana puede desarrollarse de manera ilimitada, pero también, si la primera es cercenada, la segunda tiende a atrofiarse, y se debe inventar un enemigo externo para acallar los pedidos de justicia y democracia de un país sojuzgado.
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