Nuestro país se caracteriza por una tradición inflacionaria desde hace más de 50 años, por este mismo motivo nuestra dirigencia debería analizar cuidadosamente las causas por las cuales durante tanto tiempo, salvo algún que otro período de relativa estabilidad, los precios de los bienes y servicios aumentaron sin solución de continuidad, produciendo una merma en el poder adquisitivo muy notoria sobre todo a las clases menos pudientes.
A mi leal saber y entender, el motivo principal del incremento del tan temido índice, se debe fundamentalmente a la emisión monetaria para mantener el tipo de cambio próximo a los tres pesos. De esta manera, nuestra moneda pierde valor por el exceso de circulante, a lo cual debe sumársele que la demanda a aumentado y las empresas no han podido, salvo excepciones, incrementar la capacidad instalada para mejorar la oferta.
De más está decir que los controles de precios directos o indirectos, con todos los eufemismos que utilizan para definirlos, nunca han dado resultados, puesto que penalizan al productor, que en algunos casos no puede cubrir los costos, y también al demandante que es condenado a pagar precios extra para obtener un artículo de primera necesidad y en casos extremos al desabastecimiento. Todo esto nuestros mayores conocen muy bien porque lo han sufrido lamentablemente varias veces, y espero que ahora no debamos sufrirlo nosotros.
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