Un grupo de científicos realizó un estudio genético focalizando su atención en el ADN de las mitocondrias, que son las fuentes de energía de toda célula, llegando a la conclusión de que todos los seres humanos descendemos de unos homínidos que habitaron en el sur del continente africano en tiempos pretéritos. Por la teoría de la evolución de las especies esbozada por Darwin, y lo afirmado por los genetistas, las diferencias antropomórficas que presenta el ser humano se deben a la lenta adaptación al medio ambiente a través de las sucesivas generaciones, no por tener orígenes diferentes.
Esto representa la derrota definitiva de los racistas, porque no se puede hablar de que una raza sea superior a otra, puesto que todos somos seres humanos únicos e irrepetibles, y si unos tienen la piel más clara o más oscura, es para poder tolerar el clima imperante en las regiones próximas al polo, o en las zonas más cálidas, tal cual sucede en los trópicos, con independencia de las aptitudes intelectuales y o sentimientos personales que cada individuo pueda tener, y que obedecen a una multiplicidad de factores.
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