Al naturalista australiano Steve Irwin, más conocido como "el cazador de cocodrilos", en esta ocasión el destino le jugó una mala pasada mientras realizaba una filmación submarina, muriendo tras ser atacado por una raya venenosa.
Al tener plena conciencia de lo que se está haciendo, en el caso de una actividad que tenga implícito el peligro, se puede decir que uno asume un riesgo calculado. Steve tenía tendencia a forzar los límites exponiendose más allá de lo razonable en su trato con animales peligrosos, especialmente con los que a él más le agradaban, los cocodrilos, aunque en esta ocasión ellos no tuvieron nada que ver con su lamentable deceso.
Muchas veces resulta difícil determinar cuáles son los límites propios, digo esto porque en una ocasión nadando en un mar embravecido, me di cuenta que no era tan buen nadador como suponía, faltó poco para que me ahogara. Al haber aprendido a nadar en una pileta tenía la idea de que al líquido elemento lo podía controlar a voluntad, pero la realidad me demostró lo contrario, y aquel día en el cual estaba prácticamente entregado, de milagro pude llegar a la costa dándome cuenta de lo vulnerable que era.
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