La radarización del espacio aéreo argentino es una necesidad imperiosa, que debería haber sido efectuada años atrás, y que por la inoperancia de las sucesivas administraciones todavía se encuentra pendiente.
De cumplirse con el plan establecido por las autoridades nacionales, para el año 2009 deberían haber sido instalados 74 radares, lo que redundaría en un aumento de la seguridad tanto en la aviación civil y militar, además de la posibilidad de detectar e interceptar los vuelos clandestinos provenientes de algunos países vecinos, que aterrizan en pistas improvisadas, a los efectos de ingresar droga al país para su posterior procesamiento y distribución. De esta forma se podría llegar a disminuir en un 30% el contrabando de estas sustancias, al igual que en los países en los cuales se han establecido controles estrictos del espacio aéreo.
Hay que seguir insistiendo en que aquéllos que comercian con la salud de la gente, promoviendo el consumo de estupefacientes, deberían ser sancionados de una manera ejemplar, para disuadir a quienes quieran imitarlos, y paralelamente establecer planes de educación desde la escuela primaria, para que los niños tomen conciencia de los efectos destructivos de estas sustancias, y de la secuela irreversible que deja en sus cerebros. Además establecer una red de contensión social, para aquellos que son adictos puedan rehabilitarse de manera definitiva, e integrarse a la sociedad.
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