Hace varias semanas atrás recibió media sanción de diputados el proyecto de ley del Presunto Donante, por el cual queda implícito que toda persona que fallezca donará sus órganos a menos que hubiese dejado expresa constancia de su negativa a todo procedimiento de ablación.Lo que resulta sorprendente es que hasta el momento la "Honorable Cámara de Senadores" ni siquiera a comenzado a tratar el proyecto, por el injustificado motivo del inicio antes de tiempo de la campaña electoral y la agudización de las diferencias entre los miembros de la cámara alta.Estos caballeros actúan como si ignoraran que con la sanción de la referida ley varias personas podrían recibir el órgano tan necesitado, y recuperarse de una grave enfermedad que sin el implante correspondiente morirían a corto o mediano plazo. A ellos hay que sumarles el caso de los pacientes con insuficiencia renal terminal quienes deben someterse a tratamiento y de diálisis varias veces por semana, y sobrellevar las complicaciones que implica la utilización de un riñón mecánico y no uno humano, por más que sea de otra persona, y ni hablar de los casos en que tras una hepatitis fulminante se deteriora la función hepática de manera irreversible; son muchos los casos pero todos dañan sensiblemente la calidad de vida de los pacientes, cuando la única alternativa viable es recibir vida de alguien que ha partido.
Que podemos decir cuando vemos a gente joven necesitada de un órgano y estar en lista de espera durante períodos prolongados, y algunas veces, cuando llega al órgano requerido, se encuentran tan débiles que no pueden resistir la operación y fallecen.
Con la aprobación de esta ley se daría un paso importante en defensa de la vida, por este motivo es imperante soslayar las diferencias políticas y pensar en la gente, que es quien financia a los funcionarios públicos con los abultados impuestos que tributa sin que se perciba la correspondiente contraprestación.
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