En el día de ayer producto de la indecisión de las autoridades, se produjo un incidente mayúsculo en una estación ferroviaria, más precisamente en la localidad de Haedo, provincia de Buenos Aires, perpetrada por un grupo de activistas de extrema izquierda que se valen de cualquier situación para provocar disturbios, tras una de las tantas demoras, en este caso más prolongada que las habituales, ocasionándole a la población enormes perjuicios, puesto que estos agitadores profesionales en su afán por hacerse notar no reparan en realizar todo el daño posible aprovechándose de la actitud de franca pasividad por parte de la policía, claro está, no por decisión propia, sino por carecer de las instrucciones precisas por el temor que tiene el poder político de que una muerte le ocasione un descrédito enorme ante la ciudadanía.
En realidad, el descrédito lo están teniendo al no brindarle la protección necesaria al hombre común ante el accionar de vándalos, que ven en la violencia un medio idóneo para imponer su voluntad. De no tomarse las decisiones correspondientes, esa situación tan temida por las autoridades, lamentablemente se va a producir, y las consecuencias serán aún más graves que si se hubiese actuado desde el principio.
Los ferrocarriles están concesionados a empresas que no prestan el servicio como lo establece la ley, y las autoridades a pesar de los enormes subsidios que les otorgan no les exigen su correcto cumplimiento. Como conclusión, la gente debe soportar condiciones inaceptables cuando se traslada en tren, como viene ocurriendo desde hace varios años, problema este, que si no es enfrentado adecuadamente y a la brevedad tenderá a agravarse, y después nadie podrá argumentar que fue producto de la imprevisión, porque sabemos muy bien que cuando un servicio tan importante se brinda tan mal cualquier hecho minúsculo puede desencadenar una tragedia.
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