Malestar en el campo

La actividad agropecuaria es la principal fuente de divisas para nuestro país, y a pesar de ello no existe una política coherente para este sector, que encima sufre una abrumadora carga impositiva incluyendo a las cuasi confiscatorias retenciones, con el agravante en los últimos meses de la prohibición de exportación carne vacuna como un vano intento para que su precio se mantenga estable, cuando en realidad lo que se debería haber permitido es que los productores realicen normalmente sus tareas e incrementar la oferta de bienes, lo que proporcionalmente redundaría en una disminución de los precios.

A este ritmo no sería de extrañar que en unos pocos años nuestro país se convierta en importador de carne, puesto que los productores están comenzando a dedicarse al cultivo de soja debido a que les es mucho más rentable desde el momento en que el consumo en Argentina es mínimo, el saldo exportable es muy importante y no sufren presiones del gobierno con respecto a los precios, como ocurre con el resto de la producción agraria.

Estas políticas intervencionistas lo único que logran es el efecto opuesto al buscado, demostrando varios políticos tener una mentalidad arcaica, desde el momento en que hablan de oligarquía vacuna como si estuviesen en el siglo XIX o en los primeros años del siglo XX, mientras la realidad dice que más del 80% de los productores tiene una cantidad limitada de cabezas de ganado, convirtiendo en más absurda aún la creencia de la existencia de esa supuesta oligarquía.