Falacias y certezas

El suizo Erich Von Daniken, que ha sido desautorizado reiteradamente por la casi totalidad de la comunidad científica, es autor de numerosos libros en los que afirma la supuesta intervención de extraterrestres en nuestro pasado remoto, siendo una de las teorías que esboza, de que en tiempos prehistóricos y protohistóricos la tierra habría sido visitada por seres del espacio que realizaron una selección entre los grandes simios y mediante una mutación artificial programada crearon la raza humana, por lo tanto nosotros nos pareceríamos a ellos y no a la inversa. Personalmente pienso que esta hipótesis se trata de un verdadero disparate, desde el momento en que la teoría de la evolución de las especies por selección natural, desarrollada por Charles Darwin, ha sido plenamente confirmada.

De todos modos, no está de más recordar a Galileo Galilei (1564-1642), quién desarrolló un telescopio de 20 aumentos con el que pudo observar los cráteres de la luna y de que la tierra giraba alrededor del Sol, confirmando las afirmaciones de Nicolás Copérnico (1473-1533) que desarrolló el primer modelo matemático heliocéntrico del Sistema Solar, afirmación esta última que le valió la consideración de hereje por la iglesia, que por aquel entonces afirmaba que el planeta Tierra era el centro del universo.

También es bueno recordar a Louis Pasteur (1822 - 1895), que realizó numerosos experimentos en microbiología, llegando a la conclusión de que las infecciones se producen por entidades indetectables a simple vista y que eran responsables de la altísima proporción de pacientes quirúrgicos que fallecían tras una intervención, proponiendo para subsanar estas irreparables pérdidas que los médicos se lavaran frecuentemente las manos, lo que produjo risas entre los facultativos de la época, hasta tildarlo de irrespetuoso por parte de sus profesores, al realizarles según ellos tal pueril sugerencia, pero cuando comenzaron a poner en práctica sus enseñanzas el número de pacientes que sobrevivían a las operaciones aumentó dramáticamente de un día para otro.

Por esto, nunca una teoría por más disparatada que parezca debe ser completamente desechada, a no ser de que se tenga la certeza más absoluta de su inexactitud, porque de lo contrario estaríamos actuando como los que combatieron tanto a Copérnico, Galileo y Pasteur, privando a la humanidad de avances formidables que podrían mejorar significativamente su calidad de vida.