Indudablemente, además de los errores administrativos, pudo haber habido en varios casos, una actitud dolosa por parte de sus respectivas comisiones directivas.
Para promocionarse, y ganar las elecciones en sus clubes suelen prometer obras faraónicas que nunca se realizan, y campeonatos a granel, para terminar, en el caso de los clubes de fútbol, jugando la promoción para no irse al descenso, y ni hablar de las deudas contraídas que suelen ser impagables, terminando por lo general en una convocatoria de acreedores.
Seguramente, si se estableciera por ley que quienes están al frente de éstas entidades deban responder con su patrimonio, en caso de comprobarse algún hecho irregular, realizarían gestiones transparentes, sin dejar desastrosas herencias a los que deban reemplazarlos, muchas veces para sanear a una entidad degradada y quebrada económicamente, y con el ánimo muy alicaído de sus asociados, por las innumerables e innecesarias penurias sufridas durante tanto tiempo.
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