Días pasados, durante una reunión familiar, mantuve una larga conversación con uno de mis tíos que siempre ha disfrutado de los deportes, y que conoce innumerables anécdotas vinculadas a la actividad.
Me sorprendió mucho el caso de una persona, que tal vez no sea tan conocida, pero que tiene una trayectoria notable. Se llama Amílcar Brussa, quien cuando era joven se dedicaba al boxeo, no teniendo mucho éxito en esa profesión. Siempre escuchando atentamente el relato, me entero que este hombre para ganarse unos pesos, participaba como luchador en un programa de televisión que en su época fue muy popular, llamado Titanes en el Ring, donde enfrentaba a personajes como Martín Karadagián, La Momia, El Caballero Rojo, etc.
Don Amílcar, como todos lo llaman, en su Santa Fe natal instaló un gimnasio en el que daba lecciones de lucha y boxeo a los chicos, y también a los grandes. Un día concurre un muchacho muy delgado y alto que quería aprender a boxear, ese muchacho se llamaba Carlos Monzón, ya fallecido, quien con el tiempo se convertiría en campeón mundial.
Es el día de hoy que con alrededor de 85 años de edad aún continúa en actividad, siendo consultado a su vez por diferentes entrenadores, tanto de Latinoamérica como de Norteamérica, teniendo una cualidad que no muchos poseen en en el medio boxístico, que es el respeto y afecto de sus dirigidos y de sus colegas, además del reconocimiento unánime del periodismo especializado.
Esto me deja como conclusión, que para adiestrar deportistas, no hace falta haber sido un as en la práctica deportiva, basta tener condiciones de docente, conocimientos teórico prácticos, criterio y por supuesto don de gente, cualidades éstas que siempre Don Amílcar ha tenido.
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