Un altísimo funcionario o funcionaria de estado que pierde la compostura fácilmente, y comienza a arrojar por los aires la cristalería del lugar donde desempeña sus funciones, exhibe una inestabilidad emocional que lo o la imposibilita para realizar tareas de extrema responsabilidad, en las cuales las tensiones que se deben soportar en forma cotidiana pueden llegar a producirle una descompensación psíquica de consecuencias nefastas, para la persona en cuestión y quienes de sus aciertos o desaciertos dependan.
Durante las crisis, cuando se ejerce uno de los más altos cargos a nivel nacional, es normal que se produzcan elevados niveles estrés, en estos casos, ser calmo y racional es una condición excluyente. Es fundamental poseer el equilibrio emocional requerido en un piloto, durante una feroz tormenta o una grave falla técnica.
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