La decisión de la empresa Botnia, de no aceptar la suspensión por tres meses de la construcción de la planta de celulosa, en la localidad uruguaya de Fray Bentos, a escasos metros del Río Uruguay, demuestra un evidente temor por parte de sus directivos, ante la posibilidad concreta de que un adecuado estudio de impacto ambiental, realizado por técnicos imparciales y altamente calificados, sea adverso a sus intereses, y quede confirmada la presunción mayoritaria en Argentina, de que dichas plantas son un peligro para el ecosistema y en especial para la vida humana, considerando que la capacidad de producción que estas tendrán será significativa, y por ende proporcional a la emisión de elementos contaminantes.
La falta de acuerdo entre los dos gobiernos es un fracaso compartido, y los cortes de ruta no sirvieron ni servirán para nada, porque no se puede por un lado afirmar que se defiende la vida, y por otro se comete un delito federal, con el agravante de que el corte es en un puente internacional, que perjudica, no sólo a Uruguay, sino a varios países de la región.
¿Cuál será la solución?, no lo se. El problema, es que hasta ahora no han demostrado saberlo, los que tienen la máxima responsabilidad política en ambos países.
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