Un problema que se puede generalizar

Estos días se vienen produciendo en Francia una serie de revueltas, encabezadas por jóvenes que se oponen a la ley de flexibilización de los contratos de trabajo, para permitirle a los empleadores que no sea tan complicado ni oneroso despedir a un joven, previendo que así tendrían mayores probabilidades de conseguir empleo los menores de veintiséis años.

Según el prestigioso analista francés Dominique Moïsi, sobre el cual salió un artículo en la sección Enfoques del diario La Nación, los disturbios son un intento de estudiantes revolucionarios reaccionarios movilizándose para mantener el statu quo, razón por la cual según el referido analista, la mayor parte de los participantes en las marchas pertenecen a las clases acomodadas, temerosos de perder ciertos privilegios de los que gozan actualmente en materia laboral. Afirmando también que los jóvenes de las clases menos pudientes son los que menos se han involucrado en las protestas, porque serían ellos los beneficiarios principales de la reforma, puesto que el porcentaje de desocupación en este segmento poblacional, el que incluye mayoritariamente a extranjeros e hijos de inmigrantes, es particularmente elevado.

Por otro lado el politólogo argentino Jorge Castro tiene una visión diferente en algunos puntos. En lo referido a los generadores de la violencia, según el a diferencia de lo dicho por Dominique Moïsi, serían los jóvenes pobres de la periferia de las grandes urbes, quienes al no tener nada que perder exteriorizan su desencanto a través de la acción directa.

Es interesante analizar estos argumentos, que difieren en cuanto a quienes serían los actores, y las motivaciones que estos tendrían.