El anuncio del día de ayer, del ministro de trabajo, afirmando de que no se pensaba por el momento en la actualización de los haberes jubilatorios, puesto que que la prioridad era la gente que trabaja, es una afrenta hacia nuestros mayores, la gran mayoría de los cuales han trabajado con absoluta dedicación, realizando sus aportes de manera religiosa durante varias décadas de su vida. Con la mentalidad fría e irresponsable de algunos, incompatible para el ejercicio de la función pública, si no se preocupan por los jóvenes con problemas de toda índole, cuyo número aumenta día tras día, lamentablemente tampoco se van a preocupar por los que están en la etapa final de su existencia terrenal.
Tanta insensibilidad por parte del estado, se contrapone con los principios morales y republicanos, que deben imperar en una sociedad organizada.
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