Louis Pasteur (1822-1895) es recordado por haber desarrollado la vacuna antirrábica, que entre otras cosas permitió consolidar la amistad entre el hombre y el can. Un aspecto destacado de este científico y no muy tenido en cuenta, fue la teoría que elaboró por la cual se atribuía las infecciones a organismos microscópicos imposibles de identificar a simple vista, pero que eran potencialmente letales.
Al observar el alto número de fallecimientos en pacientes quirúrgicos, llegó a la conclusión de que la falta de asepsia era una de las principales causas del elevado número de decesos, razón por la cual propuso a sus colegas, algunos de ellos habían sido sus profesores, que antes de una operación debían lavarse las manos, lo cual causó risas en algunos y enojo en otros. El tiempo le dio la razón, porque al poner en práctica su sugerencia el porcentaje de fallecimientos tras una intervención quirúrgica, disminuyó dramáticamente de un día para el otro.
También ideó el método denominado pasteurización, que consiste en hervir líquidos, preferentemente la leche, a una temperatura que oscila entre los 55 y 70 °C para destruir las bacterias perjudiciales, sin producir ninguna alteración significativa del producto tratado con esta sencilla técnica.
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