Falta de autoridad y libertinaje

La tolerancia y la convivencia son los principios fundamentales para vivir civilizadamente, siendo aprendidos en el hogar primero y en la escuela después. En muchas profesiones quienes las ejercen deben revalidar permanentemente sus conocimientos, de lo contrario en poco tiempo estarían completamente desactualizados, o adquirirían vicios conductuales o metodológicos que les dificultaría el normal desempeño de sus funciones.

Los maestros y profesores, no escapan a esta realidad al tener la importantísima función de educar a los más jóvenes, puesto que salvo honrosas excepciones, muchos de ellos demuestran no hallarse a la altura de las circunstancias para ejercer la docencia, desde el momento que carecen de los conocimientos suficientes, logrando que cada generación de estudiantes sea peor que la anterior. Si quien debe dar clase en un establecimiento educativo, cuando ingresa al aula observa el cartel que dice "Prohibido fumar", leyéndolo en voz alta, riéndose y simultáneamente encendiendo un cigarrillo, hay algo que funciona muy mal, y es el principio de autoridad, porque ese individuo inmediatamente debería ser inhabilitado al incurrir en un abuso de autoridad, al contravenir una disposición establecida por la superioridad y convirtiendo en fumadores pasivos a sus alumnos, sin reparar en el daño a la salud que les ocasiona y el pésimo ejemplo que representa.