En un monasterio budista, situado entre la India y el Tibet, según algunos monjes existirían registros sobre la llegada, hace alrededor de 2000 años, de una persona importante proveniente del medio oriente cuyo nombre era Issa, llamativamente también se solía apodar a Jesús de esta forma.
Entre el cristianismo y el budismo hay varios puntos en común, por lo tanto a nadie le tendría que sorprender que el mismísimo Jesucristo haya estado en esa región cercana al Himalaya, donde pudo interiorizarse de las enseñanzas del gran maestro espiritual que fue Buda, y a partir de allí delinear un camino de fe, que posteriormente en diferentes concilios vaticanos fue sucesivamente modificado para tener una influencia directa sobre la población antigua y aprovecharse de su falta de conocimientos sobre muchísimos temas, terminando en la mayor deformación de las enseñanzas del hijo de Dios, que fue lo que todos conocemos como inquisición y a uno de sus más fanáticos seguidores, el despiadado fraile Torquemada.
En la personalidad de cada dictador, se encuentran numerosos rasgos de aquel temible inquisidor y, siempre hallarán algún motivo para justificar sus acciones contrarias a la pluralidad de ideas, incluyendo la libertad religiosa, partiendo de la acumulación de poderes más allá de lo que establecen las leyes, terminando por subyugar a la sociedad.
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